Diría que fue mi camino hacia Nietzsche fue: Ichiro Kishimi => Marcus Aurelius => Albert Camus => Fyodor Dostoevsky => Nietzsche.

En ésta “ruta del cuestionamiento existencialista”, donde gravité entre la psiquis propia y la ajena, fui acercándome a lecturas más “pesadas”, y buscando entender el uso de éste adjetivo.
Si tuviera que explicarlo, diría que éstas lecturas pesadas son: en general más modernas (tal vez no cronológicamente -me refiero al orden de los autores listados en el primer párrafo- ), más detallistas, menos tolerantes frente a desarrollar una idea superficialmente. También son más densas, en el sentido literal de la palabra: “Que contiene mucha masa con respecto a su volumen“. Siendo la masa, reflexiones. Son textos donde cada palabra es casi una oración, y donde las oraciones, casi párrafos.
El título de éste artículo deviene del cliché aliterario del Nietzsche marxista, exagerado, sufridor. Donde, el pobre filósofo, es menos que recomendado, más bien, es tildado de pesado, y sus ideas desestimadas en búsqueda de algún autor que haya resumido sus obras en textos más ligeros. Al menos, esa fue mi experiencia con Dostoevsky y Camus. Autores que percibí muy fieles al rumeo de la mente moderna, la cual, de por sí, es pesada y densa. ¿De qué manera ligera y superficial podria desarrollarse tal aspecto?
Sin ánimos de predisponerme a nada, empezaré a leer “Así habló Zaratustra”.